Un oficial de inmigración nos metió a mi hermana y a mí en un armario y nos agredió sexualmente

Mar 22, 2017
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Advertencia: Este escrito contiene descripciones de asalto sexual sufridos por la autora por un oficial de inmigración.

Había oído rumores sobre los retos a enfrentarse en la frontera de Estados Unidos, y entendía las consecuencias si decidiera cruzar para encontrar un futuro mejor. Aunque nada de eso importaba. Mi hermana y yo estábamos determinadas a huir de Guatemala. Luego de pensarlo y hablarlo una y otra vez, el julio pasado hicimos la movida. Nos montamos en un autobús y condujimos todo el camino hasta la frontera de Texas y México, rezando por una vida más segura y más pacífica.

Cuando llegamos a la frontera de Estados Unidos, estábamos tan emocionadas. Habíamos llegado a la tierra de oportunidades, al país en el que se protegen los derechos humanos. Entendíamos que el arresto y la deportación eran una posibilidad, pero — por primera vez en muchos años — nos sentíamos seguras de que nadie nos haría daño.

Desafortunadamente, ahora me doy cuenta que partimos de muchas premisas falsas. Después de cruzar la frontera, nos perdimos. Afortunadamente, o eso pensábamos, vimos a dos oficiales estadounidenses de inmigración y les pedimos ayuda. Los oficiales dijeron que nos ayudarían. Nos pidieron que levantáramos las manos, que sacudiéramos nuestra ropa, y se llevaron nuestras mochilas antes de llevarnos a una estación de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés).

Cuando llegamos a la estación, nos pidieron, a mi hermana y a mí, que nos quitáramos los zapatos, nos interrogaron y nos pusieron en una celda de detención. Nos dejaron ahí con solo un oficial de CBP. El oficial de CBP me llevó a lo que parecía ser un armario. El cuarto tenía comida como en una despensa, lo que me hizo preguntarme por qué me trajo aquí. Toda la situación se sentía extraña desde el principio.

Una vez en el cuarto que parecía un armario, el oficial bloqueó la puerta y me pidió que me quitara mi suéter, mi camisa, y mi camisilla. Dijo que esto era para asegurarse que no llevaba conmigo nada ilegal. Pero no se detuvo ahí. Me levantó el sostén, colocó sus manos debajo y me acarició los senos.

Entonces, exigió que me quitara los pantalones y las mallas. Traté de calmarlo y le aseguré que no tenía nada que esconder, pero comenzó a bajarme la ropa interior a la fuerza. Me tocó inapropiadamente, pasando su mando por mi vagina. Estaba tan asustada y confundida — no podía entender por qué él estaba haciendo esto. Claramente no era necesario por razones de seguridad. Me siento tan tonta por dejar que sucediera. Ahora me doy cuenta de que era todo para su propio disfrute.

Minutos después, el mismo oficial se llevó a mi hermana menor, que solo tenía 17, al mismo cuarto. Mi hermana salió de ahí igual que yo; llorando y aterrorizada. Mi hermana era tan solo una niña— jamás pensé que le haría lo que me hizo a mí. Al día de hoy, todavía no lo puedo creer. Me siento tan culpable. Pensábamos que habíamos dejado atrás un mundo de violencia y opresión, solo para darnos cuenta de que los oficiales de inmigración en los Estados Unidos parecían ser igual a los oficiales en nuestro país, abusando del tremendo poder y responsabilidad que conlleva su trabajo.

Al vernos llorar, el oficial trató de calmarnos con chocolates y papitas. Esperaba que no hiciéramos un escándalo, que contuviéramos las lágrimas que había causado su comportamiento indignante, para que evitáramos que se metiera en problemas.

La vergüenza y dolor que sentimos en ese cuarto son indescriptibles. La idea de que un oficial de inmigración toque las partes más íntimas de mi cuerpo sin mi consentimiento me mata. He sufrido todos los días por esta experiencia, al punto tal que se me hace extremadamente difícil dormir por las noches. Incluso, ha habido días en los que siento que no debería estar viva.

He estado recibiendo terapia regularmente, lo cual me ha ayudado mucho. Pero quiero que este oficial y cualquier otro oficial de CBP que cometa este tipo de abuso sea castigado.

La primera vez que reporté el incidente, necesité de toda mi fuerza interna para revelar lo que había sucedido. Relaté el episodio, y más adelante mi hermana y yo presentamos declaraciones escritas. Hasta nos hicieron dibujar una imagen del armario dónde ocurrió. Pero al final, después de todo, no creo que el oficial de CBP haya sido disciplinado.

Es por eso que hoy, mi hermana y yo hemos decidido radicar una querella en contra del oficial. Lo hacemos con la esperanza de que nadie más sea abusado sexualmente por oficiales de CBP u oficiales de cualquier otra agencia. Compartir esta historia no es fácil para mí, pero quiero ayudar a aquellos que piensan cruzar la frontera. Lo que nos pasó a nosotras NO es normal, NO es parte del protocolo y NO es legal. Nadie, no importa cuál sea su situación o historia, merece pasar por esto.

Desde el incidente, a través de ACLU he aprendido que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza es la agencia de orden público más grande en los Estados Unidos, y que muchos niños que tratan de escapar del trauma y abuso en sus países a menudo experimentan abuso y maltrato adicional a causa de estos agentes fronterizos. Desafortunadamente, pocas personas lo saben. CBP a menudo se niega a asumir responsabilidad de sus actos y esconde los informes de abuso y no revela si los oficiales son disciplinados. Espero olvidar lo que nos sucedió y seguir adelante. Pero este oficial fronterizo y CBP tienen que asumir responsabilidad por lo ocurrido.

* Clarita es un seudónimo usado para proteger la identidad de nuestro cliente.